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lunes, 20 de abril de 2009

El amor: ¿un vínculo del pasado?


“...nunca existe un tipo único de vínculo sino que las relaciones que el sujeto establece con el mundo son mixtas, en la medida en que siempre emplea en forma simultánea diferentes estructuras vinculares.”
Enrique Pichón Riviere.
El amor: ¿un vínculo del pasado?
Lo que se intenta es pensar el amor como una construcción cultural y por lo tanto modificable. Comprender aquí el amor dentro de un universo más extendido; esto es, las maneras de amar propias de la cultura occidental que no constituyen modalidades separadas del proceso de construcción de subjetividad en su conjunto social histórico. Desde ella los hombres y mujeres realizan no solo el amor sino también la guerra, se organizan políticamente, se proveen de alimentos, edifican sus viviendas y ciudades, inventan el arte, a sus hijos y su vida, en constante tensión con la muerte, por lo tanto pensar el vínculo del amor humano, es pensar la condición misma del sujeto.
El amor nace con el canto a la dama distante. En los años mil del medioevo el dispositivo del vínculo humano enlazaba la amistad del varón, la guerra, la política y la filosofía, por el otro lado la mujer y el amor. La literatura es donde se plasma el amor como homenaje a la dama secreta a la cual se le cantan epopeyas de vicisitudes heroicas que rayan con lo erótico.
Haré un pasaje del mundo griego al romano, del fin del imperio a la cultura monástica y su ideal de virginidad; de las letras del amor cortés al fugaz amor de la dama burguesa, del romántico amor moderno al vínculo efímero y líquido de la posmodernidad.
En la sociedad griega existía el amor entre varones, su función era política y pedagógica. El amor platónico fue un cortejo y una admiración por los jóvenes por aquellos hombres que amaban la sabiduría como se ama a una mujer de nombre Sofía, el ideal de belleza comenzaba con un cuerpo bello, adolescente, fresco, hasta erigirse en la idea de belleza, erótica de la antigüedad que reunía la filosofía y el amor.
Aristóteles buscaba con su tratado de Ética alivianar las pasiones. Dice: “ entiendo por pasiones todo lo que hace variar los juicios, provocando sufrimiento o placer”, de allí que se sometía a los jóvenes a la amistad, consonando los pareceres que amenguan la pasión.
En Roma esta amistad entre varones se encontraba en cada plaza pública donde se reunían para dialogar y discutir sobre cuestiones de política de la ciudad.
Las mujeres mientras tanto pertenecían a otro espacio mas privado, donde ellas también se unían con sus congéneres para practicar la amistad y la cofradía. El hombre la gobernaba, la mujer desde lo social se dejaba gobernar, pero tenía una vida paralela, con sus cultos y ritos de extramuros que los hombres admiraban en secreto. De ella dependía el mantenimiento del fuego sagrado a los dioses, quienes desde el mas allá controlaban la marcha de la ciudad y de los hombres. Ellas eran entonces intercesoras entre los dioses y los hombres, menuda tarea para pasar desapercibida.
Durante el imperio, la pareja comienza a aparecer en la escena pública, con la nobleza y distancia que conforma una moralidad de pareja ideal, aun desde esa máquina de amo y esclavo, el hombre se esfuerza en demostrar su destreza y seducir a la mujer, paciente y sumisa sosteniendo de esa manera la virilidad del consorte.
El amor cortés se denomina así porque su ámbito era la corte como institución política. Antiguamente se llamaba “fin amour”, o amor refinado o depurado, así surge el amor como preocupación de la conducta y los códigos varoniles, además de ser una manera socio histórica de mostrar la realidad. La mujer encarna el valor, es preciosa y apreciada. amor cortés, que por lo demás invade gran parte de la historia desarrollada durante la época medieval, alrededor de los siglos XI y XIV.
Este amor, renombrado en muchas ocasiones y circunstancias, no es nada mas que una seguidilla de acciones propias de los amantes, desarrolladas durante un período de tiempo y que, aunque se niegue en ciertos momentos y queramos o no, perdura hasta nuestros días de cierta forma. Estas acciones, se engloban bajo un contexto casi de sumisión, en el que la mujer toma el rol de superioridad por sobre su amante. Es la mujer el eje central de esta relación, es ella quien maneja las realidades, la encargada de dirigir las riendas de las situaciones que se van desarrollando, En sus manos esta el comienzo, desarrollo y desenlace de este amor.
Características del amor cortés
André de Chapelain en el siglo XII nos da a conocer una serie de preceptos, reglas, códigos y casuísticas acerca del amor cortesano y puntualmente en relación con el tema del matrimonio, nos explica el porqué los esposos no pueden consumar el amor propiamente tal como un acto voluntario, en contrariedad a los amantes que sí lo pueden hacer:
[...] decimos y afirmamos [indica la condesa María de Champaña], [...] que el amor no puede extender sus fuerzas entre dos esposos. En efecto, los amantes se dan todo gratuitamente el uno al otro y sin que una razón lo obligue; en cambio, los esposos están obligados, por el deber, a satisfacer sus mutuos deseos y a no negarse nada. [...]
[...] una regla de amor dice que ninguna mujer casada podría obtener el premio del rey del amor, a menos que esté enrolada al margen del matrimonio. En cambio, otra regla del amor enseña que nadie puede amar a dos personas a la vez. Con razón, pues, el amor no podrá extender sus derechos entre los casados. la humildad, cortesía, adulterio y religión de amor.
Sumadas a estas cabe mencionar también cierto dejo de utopía y desinterés, ya que el amante, el noble caballero, no busca como fin primordial o último conseguir que su amor sea correspondido, sino que se conforma con el sólo hecho de adular y exaltar a su dama sin exigirle nada a cambio. Al mencionar el termino religión de amor, se refiero a la adulación y casi devoción que el amante muestra hacia su dama que llega casi a ser como la adoración a Dios o a cualquier otro tipo de dioses o imágenes religiosas, es decir, la dama pasa a ser una especie de especie sagrada a la hora de amar.
Es por esto, que en muchos relatos que cuentan asombrosas historias acerca de las hazañas de los caballeros en honor a sus damas, se pone de manifiesto quizás hasta la poca honorabilidad de estos y su enorme deseo de satisfacer a la dama, teniendo como meta más que una reciprocidad amorosa, una pequeña conquista o lograr aunque sea una mínima admiración por decirlo así, de la dama hacia él. El caballero, si es necesario, vivirá grandes proezas y aventuras.
El amor cortesano es, además, sufrido y muy difícil, esto porque para conseguir que realmente se consume o se viva como tal debe pasar por una serie de ritos mas vulgarmente por una serie de inconvenientes. El caballero debe sufrir, debe luchar realmente por esa dama si la ama como se supone que la ama. El amor por dolor, sufrido, es el instrumento de perfección espiritual, es el estado en el cual los amantes alcanzan una felicidad plena. Por ejemplo, en Abelardo y Eloisa se ve de clara manera reflejado lo que antes mencioné, este amor sufrido, complicado, pero que finalmente se consuma.
«...Dudo que alguien pueda leer o escuchar tu historia sin que las lágrimas afloren a sus ojos. Ella ha renovado mis dolores, y la exactitud de cada uno de los detalles que aportas les devuelve toda su violencia pasada […]»
Carta de Eloisa a Abelardo
Eloisa admiraba a su maestro, Abelardo Su admiración se había derivado en una arrebatadora pasión por el varón que la enamoraba. Él a pesar de su experiencia, había correspondido a tanto ardor con un paralelo ímpetu que le hacía olvidar cualquier convencionalismo.
«...Los libros permanecían abiertos, pero el amor más que la lectura era el tema de nuestros diálogos, intercambiábamos más besos que ideas sabias. Mis manos se dirigían con más frecuencia a sus senos que a los libros […]»
Esta historia de Abelardo y Eloisa irrumpió en la cultura medieval.
Abelardo, filosofo más importante del siglo XII se enamora de su discípula, escapan y consuman su amor, se casan en secreto, a pesar de las negativas de Eloísa
Abelardo es mutilado en venganza por los parientes de Eloísa. Ambos ante la vergüenza pública se recluyen en conventos y comienzan a extrañarse. Eloísa calma su angustia escribiendo ardientes cartas de amor, donde parecería que la lejanía y la mutilación de su amado, enaltece su amor. , y se manifiesta culpable.
Actualmente descansan juntos. Campoamor veía de esta manera el eterno descanso de los amantes:
El rosal de ella y de él la savia toma, Y mece, confundiéndolos, la brisa En una misma flor y un mismo aroma Las almas de Abelardo y de Eloísa.
El amor cortés se vive por consiguiente bajo el alero del adulterio, la marginación de los enamorados y la culpa.
El amor cortés se oponía al casamiento, pues era amor-pasión, pero también se oponía a la consumación y la satisfacción, la no realización parecía ser la particularidad del amor cortés, construcción de un desencuentro continuo, la mujer inalcanzable esta rodeada de obstáculos aparentemente insalvables, mientras los hombres experimentan la atormentadora incertidumbre del deseo.
Para finalizar, solo cabe redondear las ideas con algunas frases que dan cuenta un poco mas este fenómeno tan, a modo personal, fascinante y encantador, recalcando las premisas fundamentales: Es un amor complicado, sufrido, adúltero, la mujer juega un rol pasivo fundamental, pero activo a la vez, es luchado, lógicamente propio de las cortes.
“El matrimonio no es un pretexto legitimo para actuar
contra el amor.
Aquel que no cela no ama.
De la sospecha y los celos se alimenta el amor.”
En el cristianismo la relación del amor solo parecía posible bajo la forma del sacramento, todo lo demás era sancionado. El amor se expresa como el don más grande que tiene el hombre, pero es un amor divino, virginal y célibe. Ante la insistencia de la libido a promulgarse, se sostenía con el sacrificio. La continencia y el ejercicio voluntario de la castidad. Era esto lo esperado, o caer en el peor de los pecados, desde la conciencia a la carne. Nos da cuenta de esto un pasaje del libro El nombre de la Rosa, donde el personaje Adso, es tentado por una mujer y paga su culpa por medio del remordimiento y la propia martirización. El desafío es amar a Dios, olvidándose del propio cuerpo. El matrimonio es un sacramento de la unión con Dios, el amor carnal es la unión de la iglesia con Cristo. La figura del matrimonio es el cosmos cristiano, y en su máximo exponente el celibato de los hombres y las mujeres solteros.
El paso de la mentalidad cristiano feudal a la burguesía fue también el paso del amor sagrado al amor profano.
El romanticismo coincide, históricamente, con la consolidación de la civilización industrial burguesa.
El tiempo de la burguesía el sujeto esta a merced de sus sentimientos, que comienzan a parecerles válidos y hasta divertidos. Se trata ya de hombres que hacen su aventura en la sociedad, que inventan sus relaciones con sus semejantes, se trata de hombres y mujeres que creen en la condición de amar como propia, donde vislumbran un proyecto y un futuro. El sujeto burgués ha hecho una revolución mental es decir ha trastocado los valores, al descubrir el amor, descubre la pasión y el goce, la efusión y la vitalidad. El hombre y la mujer de la burguesía se lanzan a vivir una aventura del pensamiento, una nueva forma de creación. La novela por excelencia que nos cuenta una historia de amor burgués y romántico fue escrita por Gustave Flaubert, llamada “Madame Bovary”.
Ema Bovary no termina de ser burguesa, ni libertina, ni atormentada. Todo lo existente parece vivir en su interior en un estado de confusión. Entre la rebeldía y la ingenuidad Emma no puede controlar el flujo de sus sentimientos, ni lo que provoca, la insatisfacción vuela permanentemente en el transcurso de la novelada vida de Madame Bovary.
Esta novela moderna es el genero más representativo de la sociedad burguesa y aspira ser la epopeya de un tiempo histórico que ha roto la unidad existente entre el héroe y la sociedad
Madame Bovary es la historia de una joven frustrada en su matrimonio, que tiene sueños de amor, de lujo y vida parisina, busca la felicidad en los brazos de dos amantes, se endeuda y cuando la soledad es su compañera constante, se suicida. Triste destino de la criatura que cree liberarse de la humana miseria de vivir en una sociedad burguesa, tomando su sueño por una realidad.
Hay quienes han visto en la protagonista la precursora de la liberación femenina, rompiendo con la sociedad de su época y convirtiendo el amor sagrado del matrimonio en un amor profano y sensual. La mediocridad domestica la impulsaba a fantasías lujosas, la ternura y rutinaria vida matrimonial a deseos adúlteros.
Hasta aquí se comprende el amor en un universo extendido, en las manera de amar propias de la cultura occidental, que Nietzsche, con enorme esfuerzo revirtió el modo de establecer los valores. Su interpretación del ser como voluntad, deseo de poder, intenta restituir una unidad capaz de vincular pensar-sentir de manera diferente, sin lucha, sin subordinación de ninguna índole.
Un sentimiento como el amor en la versión Heideggeriana de Nietzsche es la manera en la cual nos encontramos a nosotros mismos con relación al ser. El sentimiento, permite una suerte de relación con uno mismo y con los otros, una relación en la diferencia, eso es el vinculo del amor.
En la posmodernidad, o al decir de Zigmund Bauman en la modernidad líquida, el habitante, el ser humano es un hombre sin vínculos, o con vínculos frágiles y efímeros, donde el progreso es una rutina, y donde el impulso por estrechar lazos, hace que los mismos sean al mismo tiempo flojos para poder desanudarlos. Los hombres y mujeres de este siglo desesperados al sentirse fácilmente descartables y abandonados, están ávidos de relacionarse, sin embargo desconfían todo el tiempo de estar relacionados, y particularmente de estar relacionados “hasta que la muerte los separe”
En este siglo el amor no tiene historia propia, son acontecimientos del tiempo humano, amar significa estar a merced del destino. La cultura del consumo, partidaria de los productos listos para el consumo inmediato, dá por resultado vínculos de satisfacción instantánea, aunque todo amor lucha por sepultar la incertidumbre, la preservación del objeto querido se convierte en ansia de poder, como en el shoping, se compra por ganas y con garantía de devolución.
El amor como en los tiempos remotos supone humildad y coraje, supone tiempo para germinar, crecer y madurar, pero la mentalidad de lo inmediato y de la sociedad de consumo considera a la relación inversiones provechosas por el tiempo que dure y ser dos “para siempre” presupone un futuro indeterminado.
El cambio social histórico que depara la incertidumbre de lo efímero potencia el miedo a lo desconocido y se busca desesperadamente salidas viables. La construcción social del espacio de las ciudades posmodernas son espacios donde los extraños nos movemos con estrecha proximidad. De allí que los sujetos de esta modernidad líquida se agrupen en vínculos que manifiestan proximidad por determinados estilos de vida mas que por diferencias parentales que necesitan un trabajo extra de concesiones y renuncias. El sentimiento de “nosotros”que expresa el deseo de semejanza necesita de un entorno uniforme.
Los barrios cerrados, crean reproducen e intensifican la segregación y la cohabitación con extraños, aun de sus propios vínculos parentales. Sabemos que las familias son disímiles y vivir entre pares es más cómodo para la subjetividad posmoderna.
Los medios de comunicación fomentan el discurso de la seguridad de vivir entre iguales, y erradica así la inseguridad existencial, al menos en apariencia.
Este panorama posmoderno, es explicitado también en la literatura de la época.
El premio Clarín Novela 2005 nos muestra los vínculos que se desarrollan dentro de un predio perimetrado, franqueado por garitas de seguridad, aislados de la ciudad donde viven familias que llevan un mismo estilo de vida, afuera la barriada popular y el resto del mundo.
Cuenta la novela que un grupo de amigos se reúne semanalmente lejos de las miradas de sus hijos y esposas, quienes excluídas se autotitulan “Las viudas de los jueves”, pero una noche la rutina se quiebra y ese hecho permite descubrir el lado oscura de una vida perfecta.
Pero lo cotidiano, lo histórico social se inmiscuye por las resquebrajaduras del sistema perfecto y a pesar de las apariencias subyacen los avatares de los vínculos.
“ A mi no me gusta discriminar, te digo en general, aunque es bueno elegir un poco la gente. Esto no es una propiedad horizontal donde te cruzas en el ascensor y nada más. Acá compartís muchas cosas, hay una actitud mas integradora y a mi no me gusta que me obliguen a integrarme con gente de la que yo naturalmente no sería amiga, ¿me entendés?...Yo tengo derecho a elegir, no?...”
Algunos sucumben a las apariencias, otros, resisten micropoliticamente como si se cumpliera la afirmación de M. Heidegger, que afirma que las cosas se revelan a la conciencia solamente por medio de la frustración que causan.
“ Cuando llegué a la barrera, mis manos transpiraban. Me sentía en una película donde los ilegales tienen que cruzar una frontera....El guardia advirtió: vayan directo a la ruta...hay un informe de seguridad...están saqueando, los de las villas, supongo...pero no se preocupen, aquí estamos preparados, si vienen vamos a estar esperándolos...”
“Miré hacia delante por el camino que llevaba a la ruta, estaba desierto. Pasé la tarjeta por el lector y la barrera se levantó. En el espejo retrovisor estaban los ojos de Juani y Romina, observando los míos. Ronnie me golpeó el muslo para que lo mirara. Parecía asustado.”
“Le pregunté: ¿te da miedo salir?.”
Las viudas de los jueves. Claudia Piñeiro


Finalizo este trabajo de geografía sobre las relaciones o de historia del ser con una cita de Gilles Deleuze con la cual me identifico y con la que apropiándome pongo en palabras mi sentir acerca del amor y de los vínculos en este espacio tiempo que me toca vivir.
“Sé capaz de amar sin recuerdo, sin fantasma y sin interpretación, sin pararse a recapitular. Que tan solo haya flujos, flujos que unas veces se agotan, se congelan o se desbordan y otras se conjugan o se separan...en las líneas de fuga tan solo puede haber una cosa: experimentación-vida. Y como no hay ni pasado ni futuro, nada se sabe de antemano...”

Rosana Fernández


Bibliografía
Abraham, Tomás: La guerra del amor. Ed. Planeta, Bs. As.; 1992.
Bauman, Zygmunt: Amor líquido. Ed. Fondo de cultura económica, Bs. As; 2005.
Deleuze, Gilles; Parnet, Claire: Diálogos. Ed. Pretextos, Valencia, 1980.
Flaubert, Gustave: Madame Bovary. Ed.Altaya, Barcelona, 1994.
Piñeiro, Claudia: Las viudas de los jueves. Ed. Alfaguara, Bs. As., 2005.
Romero, José Luis: Estudio de la mentalidad burguesa. Ed. Alianza. Bs. As., 2006.

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