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lunes, 20 de abril de 2009

Ser docente en la escuela hoy

“Construcción del ser docente en la escuela hoy”

“...No se trata de subjetividades de encierro, sino de existencias a cielo abierto...”
Silvia Dutchasky

Para poder hablar de la construcción del ser docente en la escuela de hoy es necesario que comparta con ustedes por qué en este título hay un implícito y por qué los invitamos a posicionarse desde allí para poder hacer un camino juntos esta mañana.....

El implícito es que: ‘el docente es un sujeto en construcción...’

La historia que caminamos configura nuestra vida y configura nuestras prácticas.

“Después de caminar un tiempo las aulas aprendí que era así... y tuve que reconstruir aquella docente que entraba al aula sabiéndolo todo... o casi todo, me di cuenta también que esa era una actitud totalmente personal y que no había aprendido nada semejante en el profesorado, aprendí que si no dejamos que nuestra historia atraviese todo lo que hacemos, nos encontramos ante alguien que no somos nosotros sino que es ‘otro’ que ha sido construido por determinadas matrices y para determinadas tareas casi con exclusividad.”

Vamos a intentar poner en relación algunas cuestiones que son para nosotros harto conocidas pero que, esta vez, como decía hace un ratito, invito a mirarlas de nuevo sabiéndonos sujetos en construcción. Intentaremos revisar la escuela, la sociedad, la Iglesia y el Estado sabiendo que en nuestro caso, como colegios confesionales, en su mayoría, tenemos responsabilidades que no todos tienen y que hay una en particular que la asumimos porque queremos hacerlo... Como docentes sabemos cuál es el sentido de la escuela en tanto creadora de cultura pero aun más sabemos que la responsabilidad de la escuela implica favorecer y suscitar nuevos acontecimientos sociales por medio de los cuales, los jóvenes, sean promotores y generadores de nuevos proyectos, que puedan suscitar cambios concretos en las situaciones cotidianas por más pequeñas que sean; y, por otro lado, como escuelas que se inspiran en el evangelio de Jesús, tenemos una responsabilidad que es la instalar el Reino en la historia presente, anunciar la justicia y denunciar lo que no es justo.

Planteamos aquí la necesidad de un proceso de conversión de la práctica docente, que antes de estar presente en la práctica debe iniciar un proceso de profundo cambio y transición, vuelco del eje, del ‘sujeto docente’... en su interior, en la revisión de sus cosmovisiones...

¿Cómo procurarnos ese tiempo de ‘rumia’, de ‘revisión del mundo conocido’ para encontrar en él ‘la maravilla’... aquello que amerita que yo diga algo?

En ocasiones cuando atravesamos estas revisiones solemos tener la tentación de volver a nuestras antiguas tradiciones provocando ciertas cristalizaciones que no caben en la era de los bordes difusos y la probabilidad, no caben en la era de la liquidez.

Habitualmente, mientras estamos yéndonos a buscar nuestras seguridades a nuestro más profundo interior, atravesamos escenarios múltiples. Nuestros alumnos y nuestros compañeros nos invitan a habitar un mundo donde hay imágenes de todo tipo, problemas y situaciones para las cuales no tenemos respuesta.

Cada vez que entramos a la escuela, y en especial al aula, encontramos casi sin solución de continuidad y en estado presente, lo sagrado y lo profano, el hambre y la abundancia, bulimia, maternidades, pobreza, alegría, certezas, dolor, mentiras, caretas, la patria, el hombre convertido en un código de barras, un dios, la soledad, el camino, cometemos el error de evaluar y valorizar, de moralizar las situaciones y actitudes de ‘los otros’ por medio de pares opuesto ‘bien-mal’, ‘sano-enfermo’, ‘lindo-feo’...etc., etc., etc. ...

Los invito a que se permitan pensar qué sienten cuando les pasan estas cosas que creo son cosas que nos pasan a todos...

¿Hemos aprendido a no mirar los fenómenos como cuerpos completamente acabados y con un solo significado?... Más bien estamos aprendiendo todavía que ‘el todo’ que se nos presenta como tal, está compuesto de ‘partes’ que tienen en sí mismas muchas veces un significado que merece interpretación más allá del todo que pretende componer o que compone.

¿Qué sociedad, que escuela, qué estado y qué Iglesia descubrimos en medio de estos ‘fragmentos’? O más bien aún, me pregunto ¿qué sociedad, que escuela, qué estado y qué Iglesia somos y construimos en medio de estos ‘fragmentos’?

¿Qué responsabilidad y qué conciencia tenemos como educadores de que otros construyan sociedad, escuela, Iglesia y Estado desde ‘nuestra’ propia mirada?

¿Cómo hemos crecido como educadores mirándonos construir estos conceptos que no son sólo ‘conceptos’ sino más bien concreciones de nuestra vida puesta en marcha?

En el intento de respondernos, en este proceso de construcción, vivimos haciendo nuestro propio ‘pasaje’, ese tránsito por nosotros mismos siendo que hay otros pasajes que nos superan... Pero ese pasaje debe ser contemplado.

Estamos frente a lo que algunos teóricos llaman sociedades de control, en tiempos post-estatales, donde la Iglesia debe dar respuestas al hombre de hoy proponiéndole vivir el Reino de Jesús más allá de las prescripciones de la ley; y donde la escuela no es más que un dispositivo al que ya no le alcanza cuadricular un papel para ubicar asignaturas, sino que la escuela está tendiendo a ser aquél lugar donde el hombre ‘aprende a ser hombre’ mediado de una cantidad de conocimientos que se le presentan como gran cosmovisión... sin distinción de materias y más cerca de lo que hemos dado en llamar áreas, sistemas.

En medio de esto nosotros... y nosotros aprendices de esto que vivimos también porque no estamos ‘operados’ de la historia que transitamos... A nosotros también nos pasan muchas cosas que les pasan a los chicos, nos pasan las mismas cosas como adultos docentes, como aprendices-docentes y a veces no las compartimos... no nos permitimos reconocernos como iguales.

¿Qué pasaría si nos permitiéramos humanizar e historizar la realidad? Tal vez podría pasar que conversando con nuestros colegas, encontramos diferencias y similitudes, tal vez puede ocurrir que así como queremos encontrar al ‘mejor alumno’ o catalogamos al ‘peor alumno’ no podremos dirimir quién es el ‘mejor o el peor docente’ (aunque sea muy fácil determinar al último)... tal vez encontremos, entre nosotros diferentes modelos y a su vez, si nos sabemos aprendices de la vida que nos ha sido regalada para hacer cada día más justa la existencia, veremos además que esos modelos se reflejan en nuestras prácticas y que no hay tal que sea ‘mejor’ o cual que sea ‘peor’.

Tal vez nos encontremos con ciertas condiciones sociales que provocan inseguridad y desfondamiento... situaciones que nos dejan sin piso, sin seguridades... y ahí nos quedan sólo dos posibilidades: hacer de cuenta que esto no nos pasa y ‘hacer nuestro trabajo’ como un funcionario público, o hacernos cargo de nuestras incapacidades de interlocución con los demás y con el medio circundante...

Es bueno pensar cuáles son nuestras inadecuaciones al medio más bien que mirar y revisar en qué nuestros chicos y jóvenes ‘no se adecuan’ al medio institucional o a la normativa escolar, cuando, tal como dijera Silvia Dutchasky, “en situaciones de desfondamiento no hay lugar para la interlocución”.[1]

¿Cómo provocar nuevas adecuaciones al contexto entonces? Evidente, se comparten modelos que eclosionan en la lógica propuesta. Son parte de la fragmentación del dispositivo, son parte de la gran cantidad de cuestiones en ‘tensión’ a las que nos enfrentamos...
“Por tensión se suele entender el estado de un cuerpo sometido a la acción de fuerzas opuestas que lo atraen. Desde nuestra perspectiva hablamos de tensión para referirnos a fuerzas o tendencias… que se oponen y que, en su oposición, configuran una bipolaridad que es irreducible… En otras palabras lo que constituye una tensión es la relación entre dos polos o tendencias, relación que no puede disolverse sino a costa de anular el sentido de los extremos: ellos sólo pueden existir en tensión; el reposo o el equilibrio significarían la muerte del sistema”.

Desde aquí... quiero decir, desde este punto en el cual nos encontramos todos los que estamos aquí contemplando una situación contextual de desfondamiento, vemos diversas situaciones de ‘tensión’ que nos son inabarcables y exceden/incluyen a la realidad de la escuela...

Les propongo reflexionar un poco más, para poder seguir con el tema que nos trajo aquí que es el de reconocer que los docentes somos sujetos en construcción más allá de haber terminado muchas certificaciones y ‘carreras’...

Nos han dicho ‘dime con quién andas y te diré quién eres’... yo les propongo que pensemos en este tiempo que nos queda antes de comenzar las clases: ‘dime que enseñas y te diré quién eres’.

¿Cómo y en medio de qué enseñamos?
Somos espectadores de la globalización y la mencionamos en el aula; no siempre tenemos conciencia de lo que esto provoca en nuestras cosmovisiones (nótese que no estoy diciendo: lo que eso provoca en nuestra cultura... o lo que eso daña a nuestros jóvenes), aclaro esto porque el concepto amerita que revisemos, por ejemplo, las diferentes antropologías que trae semejante propuesta cultural.

El campo informático, las TICS y las diferentes propuestas en el campo comunicacional mediando la era informática, nos han dejado sin palabras...

La falta de socialización primaria afecta de diferentes formas el hacer en el aula...

¿Quiénes enseñamos y quiénes aprendemos?

En situación/experiencia de errancia... aquella capacidad humana sin la cual no se puede encontrar, aun buscando. Estado ‘de camino’... el que no tiene un lugar fijo.

En situación/experiencia de intemperie... a cielo descubierto, sin techo ni otro reparo alguno. ‘Lugar adonde el testigo se torna garante’.[2]

En un concreto territorio... lo transitable... lo seguro, lo que es nuestro, lo que nos hace locales, el lugar donde uno quiere quedarse.... En territorios similares a los que se daban en tiempos de Jesús, similares porque, la raza humana no nos sorprende a la hora de replicar sus errores. Por tanto el discurso y las prácticas del Reino, el trayecto recorridos por Jesús en territorios de aridez, es necesariamente un discurso que se traduce en práctica política, política en tanto y en cuanto provoca un quiebre y una ruptura a la lógica social... ofreciendo ‘otra lógica’, ofreciendo sentido. Se transforma la práctica política porque plantea otra mirada a la construcción de su tiempo en cuanto a los límites y fronteras de quiénes ‘deben’ estar ‘dentro o fuera’ del sistema.

La Buena Noticia que contó Jesús la acercó a todos por medio de un lenguaje común... el hombre, la humanidad, la pobreza, lo pequeño, la cotidianeidad. Este mensaje es necesariamente contado, en el camino, caminando experiencias humanas en las cuales se revela el Dios viviente que habita el mundo.

El territorio de Jesús para contar la Buena Noticia, es entonces, lo humano.

“El territorio de los maestros errantes son los chicos”.[3]

Buscadores de signos... aquellas cosas que están ante nuestros ojos y debemos decodificar... todo signo aparece ante nuestros sentidos mediado por un significante y contiene un significado... ¿cuáles son los signos de vida que habitan nuestra errancia? Cuáles los que merecen ser compartidos.

Entendiendo a ‘el otro’... como condición de posibilidad y salud, condición y posibilidad de subjetivación.

Permitiéndonos contemplar ‘el Otro’... el que no es humano, el radicalmente otro. Dios, Alá, Yahveh.

Tener en cuenta estos aspectos es sabernos en búsqueda de significación y es saber que la tarea en la escuela, la que nos hace crecer a nosotros en primera instancia es esa de poder compartir nuestro espacio de expertez hasta la orilla del misterio que se nos presenta a conquistar... sabiendo que no está cerca, pero desafiándonos a encontrar su sentido.

Ponernos frente a nuestra ciencia de base y sabernos frente a un ‘misterio’, propone una dimensión a desarrollar que es poco explorada por nosotros, es la que damos en llamar dimensión trascendente de la historia, es la capacidad que tenemos de enamorarnos del mundo y descubrir sus maravillas en lo pequeño.

Es una dimensión poco trabajada desde las ciencias en la escuela... tan poco trabajado que estamos construyéndonos con cierto dejo de omnipotencia frente al mundo y no podemos delimitar nuestro real gobierno sobre las cosas y sobre nosotros mismos, dado que no es lo mismo partir de la base que todo lo conocemos, o que todo lo podemos conocer; que pensar que nunca acabaremos por conocerlo todo para gobernar y gobernarnos. Nos construimos ciertamente en forma distinta ante una u otra propuesta en orden a la comprensión del yo en relación con los demás y con el mundo que nos rodea...

De aquí la importancia de proponer ‘otro ángulo de mirada’ en la vida (primero en la nuestra y luego en la de nuestros colegas y alumnos).

Es proponer que operemos con el mundo sabiendo que no podemos controlarlo. “Un mundo que no se controla se decide”.[4]

Pareciera que estas cosas que acabamos de definir no son necesarias a la hora de revisarnos, pero a la vez nos parece in-creíble tener que preguntarnos tantas cosas... ¿es que nadie nos cree para qué vamos a preguntarnos?

Es que ni yo me creo lo que digo en el aula... ¿cómo habrá sido eso?... ¡andá a saber!... yo... a ‘esa’ no le creo nada... y mirá que viene de ‘tal escuela’ ahí se tejen despiojes... no le creas lo que te dice...

Esto que soy, digo y enseño... ¿me hace creíble o más creíble?

Para seguir proponiéndonos caminos de crecimiento y construcción de nuestro ser docentes, los invito a hacernos juntos estas preguntas:
• ¿Qué hace que una persona, un grupo y hasta una sociedad entera dejen de adherir a instituciones, personas y discursos?
• ¿Qué hace de algo o de alguien una autoridad que suscita credibilidad?
• ¿Qué pasa cuando todo un sistema de adhesiones entra en decadencia y cuando se manifiestan las "enfermedades de la confianza"?
• ¿Cómo se originan nuevas formas de lo creíble?[5]

La credibilidad tiene que ver entre otras cosas con la capacidad de plenitud y seguridad del yo, un yo que se reconoce en una trama de relaciones.

Para poder atravesar-nos, tomemos conciencia de las dimensiones que podemos desarrollar hacia adentro y hacia fuera:
· Contemplativos del Dios presente y viviente en la cultura. A Dios no venimos a ‘ponerlo nosotros’ Dios habita lo que ha creado, por lo tanto tenemos que revisar qué vemos cuando miramos esto que tenemos en las manos...
· Fraternos: somos hermanos más allá del lugar donde vivimos o el color que llevamos en la piel... Construir fraternidad es casi lo más complejo que nos toca porque existe una pequeña diferencia entre ser fraterno y solidario.
· Profetas: ser los que denunciamos formas de vida indigna y anunciamos otras formas posibles partiendo de prácticas concretas de nuestra vida es tal vez el ser testigo más creíble de este territorio por el que transitamos como antes decíamos a modo de pueblo errante.

Imposible desvincular la dimensión política de estas tres disposiciones humanas.....descubrir la dimensión política de la educación es repensar cómo somos y qué enseñamos.

La posibilidad de enseñar para abrir al mundo y vivir como pueblo que comparte es uno de los desafíos más importantes de atravesar, sabiendo que habitamos en un continente donde el capitalismo tardío hace sus propios caminos y nosotros, es hora que transitemos los nuestros.

• Sabernos creciendo en la escuela
• Sabernos seres en permanente cambio
• Sabernos partícipes del cambio epocal y no fuera del mismo
• Sabernos creíbles para los demás
• Sabernos responsables de la autonomía porque es posible ser autónomos como docentes en la escuela.
• Sabernos profetas de un sistema de creencias

Para cerrar les propongo leer este texto de Max Weber:
“El hombre es un animal inserto en tramas de significación, que él mismo ha tejido. Considero que la cultura es esa urdimbre, y que el análisis de esa cultura ha de ser, por tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”.

Les propongo hacer un cambio en este texto, pidiéndole mis disculpas a Max Weber...
“El hombre es un animal inserto en tramas de significación, que él mismo ha tejido. Considero que la escuela es esa urdimbre, y que el análisis de esa cultura institucional ha de ser, por tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”.

Que disfrutemos la vida en las aulas porque también allí aprendemos a ser lo que somos.



[1] Silvia Dutchasky, Maestros errantes, Paidós, Buenos Aires, 2007.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] Marcelo Percia en Silvia Dutchasky, Maestros errantes, pag. 58.
[5] Marcelo González. Todas estas preguntas se tomaron del texto que corresponde a Dinámicas creyentes, editado en la revista Vida Pastoral I (Nº 261, Septiembre-octubre 2006).

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